Entre las localidades ibicencas de Santa Eulària y Can Sanso, destaca un pico de unos 30 metros de altura que sale hacia el mar y que posee un nombre muy particular: punta de s’Esglèsia Vella. Este acantilado que sirvió como cantera para la construcción del puente nuevo de Santa Eulària, debe su nombre a una antigua leyenda que afirma que, en su zona más alta, se encontraba una iglesia que cayó directamente sobre el mar.
La leyenda, que según varios historiadores tendría gran parte de verdad, indica que la antigua iglesia se precipitó desapareciendo en el mar un primer domingo de mayo poco después de oficiarse una misa.
Pese a que bajo los acantilados nunca se han localizado restos de construcciones, los diferentes documentos localizados apuntan a que realmente sí debió existir una antigua iglesia entre la Edad Media y la Edad Moderna que fue sustituida posteriormente por la actual iglesia de Puig de Missa.
Según apuntan los historiadores, puede que la iglesia realmente se precipitara al mar, se abandonase para establecer una nueva más en el interior por temor a ataques por parte de los piratas o que realmente fuera atacada y destruida por algún navío. De hecho, constan documentos que apuntan a un ataque turco a una iglesia de la zona en el año 1543.
Sea como fuere, la leyenda de la iglesia que cayó al mar sigue arraigada en Santa Eulària y cada primer domingo de mayo, sigue siendo fiesta en la localidad.
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